miércoles, 27 de diciembre de 2006

Odio la navidad, 2da parte: Soy el Grinch

La noche de navidad en Culiacán es un script ya conocido para los Salinas Camarena.
Cómo a las 7 de la noche hay que salir rumbo a la casa de mi agüela materna, donde seguramente no ha llegado nadie aún. Después hay que esperar a que lleguen los tíos y sobrinos para poner música.

De 10 a más o menos las 12 se ponen a bailar (chequen como se ponen y no nos ponemos), cuando el jolgorio está a todo lo que da, paran todo para hacer los intercambios. Me regaló mi hermanita quien me dió un juego para el cúbito. Triste consuelo para un güevón desempleado.

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Los hermanitos dándose amor...¡Qué bola de hipócritas!

Pero antes de eso fue de rigor la sesión de fotos. La agüela con los nietos, con los hijos, con los nueros, con las hijas, con las nueras....etc.

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Familia feliz. ¡Y el fantasma del difunto!

Inmediatamente después de la sesión de regalos, empiezan a desaparecer los familiares que tienen que ir a la casa de la otra familia. Incluidos nosotros.

Por ahí entre 1 y 2 de la madrugada llegamos a la casa de mi agüe paterna donde los grandes están pisteando y bailando (y más de uno bastante pedo) y los chicos están encerrados en algún cuarto huyendo de sus padres (¡Porqué los quieren poner a bailar!) jugando o al Nintendo (este año no hubo) o un juego de mesa (eligieron Scrabble).

Todo se interrumpe cuando llegamos para tomar la foto familiar


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Otra familia feliz

El resto de la velada consiste en ver gente bailar y empedarse un poco más. Y bailar con mis tías si es que pueden obligarme, esta navidad me pude escapar...pero aún queda año nuevo.

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