Acabo de terminar de leer "World War Z" de Max
Brooks y antes de eso leí "La Lentitud" de Milan Kundera. La primera
se publicó en el 2006 y la otra a finales de los 90's. Aunque no tienen ninguna
relación entre sí, más allá de estar ambientadas en la época actual, hubo algo
altamente disfrutable en las dos: en un mundo donde ya existen los celulares y en situaciones que hoy en día los involucrarían forzosamente,
no hay una sola mención a los teléfonos móviles, mucho menos a aparatos
parecidos a smartphones.
Sí, es algo pendejo, pero ya estoy rodeado sin escapatoria
en el mundo real, no me gusta en lo más mínimo que también la ficción empiece a
definirse por los gadgets y la manera en que funcionan.
¿Por qué tengo esta creciente aversión por estos aparatos? No lo sé. Yo también me convierto en esa especie de zombie que no pone atención a lo que ocurre alrededor por estar interactuando con pantallas táctiles. Aunque aún estoy bastante lejos de los niveles que veo con, por ejemplo, mis sobrinos políticos.
Y aunque, como mi madre les podrá asegurar, soy un "pinchi vicioso que ni siquiera le hace caso a su hijo por estarse friendo el cerebro con el nintendo ese", por lo menos esa fase autista tiene un lugar y espacio definido y único donde ocurre y no sucede cada 15 minutos en la calle, trabajo, fila para pagar en el Oxxo o camión. *
En fín...
Regresen dentro de un año, o tal vez menos, cuando hipócritamente les estaré presumiendo el nuevo aparato inteligente que me acabo de comprar y sin el cual no puedo vivir.
PD. En realidad Cuarto se encarga de manera muy eficiente de que deje de jugar para hacerle caso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario