sábado, 28 de mayo de 2011

Socialité de T.I.

Tengo la maña de socializar un poco con los clientes. No soy el güey más carismático del mundo y de hecho conozco varios a los que les caigo como una patada en el hígado a los 4 minutos de conocerme. Sin embargo por lo general suelo llevarme bien con ellos. Al grado de que las groserías fluyen en ambos sentidos sin que nadie se ofenda demasiado.

Es algo raro porque no suelo ser un personaje social. Al contrario, si en una fiesta nadie me pela seré el güey más feliz del mundo. Tampoco suelo andar por la vida entablando comunicaciones con desconocidos como lo hace, por ejemplo, la pleba más pinta del mundo o cierto ex burócrata y ex sonorense.

¿Será que mi instinto de sobrevivencia se dispara en automático para que, cuando todo el trabajo valga madre, los chingazos y quejas sean más leves? 

martes, 10 de mayo de 2011

En Campeche

El miércoles de la semana pasada comenzó mi (espero que no sea tan) larga aventura en la capital de Campeche para hacer uno de esos mandatos que no me gustan nada nadita, pero que justifican mi cheque mensual con el que me compro rompecabezas que no puedo terminar.

El primer suceso blogueable fue cuando en el 2do. filtro de revisión al llegar al aeropuerto del defe no me dejaban pasar porque traía unas tijeras en mi mochila. Vaciaron la mochila tres veces y no hallaron la inche tijeras, tras unos 15 minutos de revisión se me ocurrió donde podían estar y efectivamente traía unas tijeras de punta redonda de 5 cms que ocasionalmente uso en la bordada y que se había metido en un recoveco de la mochila. Después de tanto pedo me regresaron las tijeras porque eran de medida permitida ¬_¬

No muy interesante....

El 2do. suceso ocurrió cuando en la sala de espera del aeropuerto de la ciudad de México me topé con un tipo mal encarado con barba de tres días, vestido con un traje gris obscuro, portando un maletín de cuero y con un tatuaje de escorpión en el cuello. Dicho personaje al mirar cualquier cosa que no estuviera frente a sí, movía rigidamente el cuerpo (tipo terminator) y abrazaba constantemente su maletín con ambas manos. Dicho sujeto se sentó en la misma fila de avión que yo y cada vez que habló con la azafata lo hizo por medio de murmullos.

La moraleja es que tengo que dejar de ver películas de yakuzas.

Pensé que eso iba a ser lo más notable de mi primer periodo de viaje, pero vaya que me equivoqué. Lástima que aún me da por no contar cosas específicas de la chamba por eso de la "ética profesional"

Pd. Ya cambién de chiste.... debe haber algo más que especificar que estoy "campechaneando"